Futuro se escribe con W
Echemos la vista atrás. Digamos… 30 años (los que tienen menos, que le pregunten a sus padres). El futuro iba a tener ciertos elementos recurrentes que salían en todas las películas, cómics y libros.
Para el año 2000 nos prometían coches voladores, ropa que se secaba sola, televisiones integradas en ventanas y videollamadas holográficas entre otras cosas.
Pues bien, nada de esto se ha cumplido. Ni en el 2000 ni 14 años después. Pongamos la excusa que nos parezca más razonable. Exceso de imaginación, trabas de la industria, imposibilidad técnica o energética. La que más os apetezca. Pero la verdad es que seguimos sin disfrutar de estos «avances de la humanidad».
Sin embargo, en pocos o ningún libro de esa época, mencionaban la verdadera revolución futurista de nuestros días. De hecho, estoy empezando a pensar que es un elemento del futuro conviviendo con nosotros en el pasado.
Me estoy refiriendo a la World Wide Web. Con todo lo que ella representa y posibilita.
Existe mucha gente (mucha más de la que creemos) que cree que un ordenador «ES» Internet. Y de hecho, toda la interacción que tiene con el mismo pasa por un navegador.
Yo mismo hace 4 años que no tengo ninguna versión de Office en mi portátil. Google Drive y sus herramientas de ofimática lo han reemplazado.
Creo que por convivir con el cambio, no somos del todo conscientes de lo que significan Internet y todos sus «periféricos».
La empresa y la marca más valiosas del mundo según el último informe de BrandZ es Google. Un buscador, un organizador de páginas web. Una empresa nacida por y para Internet.
La mayor empresa de retail del mundo es Amazon. Una web que empezó sin siquiera stock propio.
Existen proyectos pensados para enseñar a los niños programación web desde el primer curso de primaria. Los sistemas MOOC aun están en plena expansión y significarán una revolución educativa sin parangón en la historia de la humanidad. Alguien en un pueblo perdido en la montaña de Burgos, se podrá graduar en Harvard, Yale, Oxford o en donde quiera, sin moverse de su casa y a través de un tablet.
Las redes sociales han revolucionado el modelo comunicativo empresarial tradicional. La bidireccionalidad otorgada por estas plataformas web, se han convertido en un estándar objetivo para toda empresa con ambición de subsistencia a corto plazo.
Y nada de esto salía en las películas. A cambio nos vendían implantes de nanotecnología y mascotas clonadas.
Son tiempos complicados. Pero la web es algo traído del futuro que nos hemos ganado y tenemos que cuidar entre todos. No por nada los gobiernos temen y desean poner barreras al mayor invento de progreso y cultura desde la imprenta de Guttemberg.
Quisiera poder viajar 30 años hacia adelante y comprobar que los gobernantes de todos los países han estado a la altura, y garantizan el acceso democrático a todos y cada uno de los ciudadanos del mundo a este invento robado del futuro que llamamos Internet.
Desde luego, hay quien sabe hacer negocio con la ciencia ficción, convenciéndonos para ver como futurible lo que imagina, aunque también hay quien es capaz de realizar proyecciones a partir de la identificación de las tendencias que están ahí.
Entre los primeros está Zeneckis y su BTTF, que arrancó en el 85 alargándose con estiramientos dado el éxito que consiguió en pantalla. Entre los segundos, sin duda, McLuhan, que sin demasiadas pretensiones dinerarias supo ver la evolución hacia su Aldea Global sin apoyarse en Hollywood para ello.
Ahora bien, intentar ver la realidad de dentro de 30 años nos podría asustar. Nos podríamos encontrar con intentos del Mundo Feliz de Huxley, no en cuanto a hechos pero sí en aspiraciones de gobernantes. Los indicios también los vemos hoy.