Sube tus precios, ¡joder!

¿Cuál es el error que si volvieras a comenzar no cometerías?

Hago habitualmente esta pregunta en mi podcast «Loco x los Bits». Y la respuesta más repetida es: «definir mejor mis precios».

Desde el principio de los tiempos se sabe que lo que no cuesta, no se valora. En los aspectos que se os ocurra y con lo matices que le queráis poner en el medio. Pero esto es así y punto.

Hace unos años, en un momento de abundancia y estupidez universal nos habían acostumbrado al «todo gratis». Música, películas, libros, noticias, etc, etc, etc. Y todo eso tuvo un efecto nefasto.

¿Te suena familiar la situación de trabajar incansablemente pero ver que tus ingresos no reflejan tu dedicación? Si te identificas, es hora de replantear tu estrategia de precios y valorar tu trabajo de manera justa. Entiendo que la idea de aumentar tus precios puede generar ciertos temores, pero permíteme compartirte una perspectiva que podría cambiar tu enfoque.

Si trabajas mucho, es porque tus clientes reconocen y valoran tu profesionalidad. Esto sin duda, es una gran noticia, ya que demuestra que eres apreciado en el mercado. Sin embargo, esto no garantiza tu supervivencia a largo plazo.

En servicios como los profesionales que no son exponenciales (tus recursos y las horas son finitas), la realidad es que quizás estás vendiendo tus servicios por debajo de su verdadero valor, lo que puede poner en riesgo la sostenibilidad de tu negocio.

Es crucial comprender que tú eres el dueño de tu precio y, al establecerlo adecuadamente, estás asegurando no solo tu sustento, sino también el éxito a largo plazo de tu emprendimiento.

Muchas veces nuestro peor enemigo no es otro que nuestro propio «Síndrome del impostor».

Ofrecer tus servicios a precios bajos puede parecer una buena estrategia para atraer nuevos clientes en las primeras etapas de tu emprendimiento, pero en realidad, ¿quién se beneficia más de esto? Tus clientes obtienen un trato económico, pero ¿y tú? Imagina que tienes la suerte de mantener esos clientes, ¿cómo harás para subirles el precio de tus servicios sin que, justamente, se enfaden y te abandonen?

La única verdad es que trabajar a precios bajos puede llevar al agotamiento y, eventualmente a la desmotivación. ¿Vale la pena sacrificar tu felicidad y bienestar por satisfacer las expectativas de precios de tus clientes? Subir tus precios no implica perder a tus clientes fieles; al contrario, a menudo te deshaces de aquellos que no valoran realmente tu trabajo.

Mi experiencia demuestra que el aumento de precios no aleja a los buenos clientes. En cambio, te permite concentrarte en aquellos que realmente aprecian y están dispuestos a pagar por la calidad y el valor que ofreces. No se trata de ser el más caro, sino de ser justamente recompensado por tu esfuerzo y talento.

Al fin y al cabo, tu límite de precio lo pone el mercado. Y el cálculo es simple: ¿cuánto quieres ganar? ¿cuántas horas quieres trabajar? ¿cuál es tu margen de beneficio neto?

Si te da un número disparatado, o bajas los precios o aumentas las horas trabajadas. No hay más. Así que pierde el miedo y calcula nuevamente tus precios profesionales.

Hace algunos años, para mi charla TEDx usé como cierre una frase que dice: «Si no puedes ser el mejor, intenta ser diferente. Pero si no puedes ser diferente, debes ser el primero».