La viralidad depende más del emisor que del mensaje

Somos criaturas gregarias. Más o menos rebeldes. O incluso anti sistema.

Pero aún aquellos que se auto denominan anti sistema, reconocen que dependen de las herramientas y medios del sistema para difundir sus proclamas.

Otra cosa es manejarse dentro de los límites de los grises y sus extremos y ser lo que normalmente se denomina «políticamente incorrecto».

El 20 de agosto, estaba siguiendo la evolución de un hashtag (hago cosas raras cuando me aburro), y pude comprobar una vez más que las redes sociales han servido también para acrecentar (a veces injustamente) liderazgos naturales.

Por eso, lancé este tuit. Sin demasiado éxito, la verdad.

 

Ahora, un estudio de Google+ acerca de la difusión y dispersión de las imágenes nos dice que la viralidad se comporta como un incendio forestal; donde importa mucho más la conectividad (seguidores), la cercanía entre árboles (engagement de la comunidad) y el tipo de madera del bosque (simpatía o antipatía del personaje), que la magnitud y el tipo de chispa que lo inicia.

Cuando os conté los datos del fenómeno del Gangnam Style, mencionaba que una de las claves principales del éxito y la viralidad de este vídeo, había sido la cantidad de suscriptores que ya tenía PSY en su canal de YouTube (2.5 millones).

Como podemos ver, a pesar de la democratización que han supuesto las redes sociales, una cosa es viralidad y otra muy distinta es que un tuit gracioso o polémico tenga cierta repercusión.

Tampoco es que sea demasiado secreto ni revolución. La teoría del marketing ya habla de la influencia de los «early adopters» en la consolidación y éxito de un producto.

Siendo extremadamente sinceros, cada uno de nosotros se comporta bajo estos preceptos. Tanto fuera como dentro de Internet. Sin embargo, es algo que es todavía más patente dentro de Twitter y sus «tendencias».

Sea a favor o en contra del mismo, nuestros comportamientos se rigen por una actitud gregaria. Si participamos activamente en un hashtag, es muy difícil que vayamos en contra de lo que opinan los «influencers» de nuestro Timeline. De hecho, lo más probable es que nos hayamos enterado del hashtag por ellos.

No quiere decir que no puedas apartarte de la manada. Yo voluntariamente no participé y critiqué el «#GraciasSara». Me parecía injusto, machista y denigrante. Sobretodo, existiendo los Siro López, Tomás Roncero y compañía. Pero lo mas normal es que si te parece mal, no participes y punto. Y no que voluntariamente te pongas en contra de la opinión de tus «mayores».

Con los trending topics promovidos por los partidos políticos, es interesante ver como una y otra vez (sea el color que sea) caen en la trampa de querer imponer un hashtag ignorando que el riesgo al que se exponen es proporcional a la cantidad de personas del otro bando que cuenten con una cuenta en Twitter.

Sería interesante que se dieran una vuelta por el blog de Twittboy para aprender cómo funcionan realmente los trending topics y como bien dije antes; sobretodo que aprendan a monitorizar cuando y qué dicen las personas que puedan influir para propagar el incendio.

Foto Credit: Stock Xchng