El feudalismo digital es el futuro

En los siglos centrales de la Edad Media, hacia los Siglos X y XI, las continuas invasiones violentas por parte de vikingos, sarracenos y magiares desde el norte, sur y este de Europa, transformó completamente el estilo de vida heredado del Imperio Romano primero y los reinos germánicos después.

Carlomagno era nieto de Carlos Martel, un Mayordomo de Palacio que en el año 732 hizo con su victoria en la batalla de Poitiers, que en este momento este texto no esté escrito en árabe.

¿Por qué resalto la condición de Carlos Martel? Porque no era un rey. En ese momento, los reyes “casi” no tenían poder. La concentración del Imperio Romano había volado por los aires y Europa era un “sálvese quién pueda” a nivel continental. Las fronteras y el poder cambiaban constantemente de manos.

Para intentar calmar un poco los ánimos (y salvar sus cabezas) los reyes fueron cediendo terrenos a nobles y la iglesia a cambio de protección los unos y salvación del alma, los otros.

Este sistema de relaciones personales entre distintos niveles de la sociedad en torno a un territorio se llamó “feudalismo”.

¿Y por qué tuvo tanto éxito?

Las ciudades ya no eran espacios seguros. Todas las invasiones eran violentas. Los reyes no podían asegurar protección a sus súbditos por lo que el comercio tradicional se redujo al mínimo y las importaciones vía marítima eran casi inexistentes.

Ante esta situación, los reyes entregaban territorios a sus vasallos a cambio de un tributo para que estos las trabajen. A cambio, estos nuevos nobles brindaban protección al rey y a campesinos y siervos bajo su territorio (feudo). Este era el principio de compromisos sobre los que se sustentaba el Imperio Carolingio.

¿Y a qué viene todo esto?

Toda esta retrospectiva histórica de introducción viene a que así veo el futuro próximo.
Veo al rey de estos días (Administraciones, Gobierno, etc.), entregando tierras en el campo (zonas inmensas absolutamente despobladas), al no poder asegurar ni trabajo ni alquileres acorde a la realidad actual en los grupos urbanos más importantes.

Veo a la gente buscando la seguridad de entornos más amables y seguros para su futuro.

Hoy, al igual que ayer, la gente puede ser casi autosuficiente en materia de trabajo. Y casi cualquier actividad se puede desarrollar vía telemática. Y al igual que pasaba en los primeros años del primer milenio, lo que abunda es incertidumbre.

Las invasiones actuales son los gigantes digitales con los que hay que competir y que en
este marco de competitividad, cada vez se nos hace más difícil.

Necesitamos repensar completamente nuestras ciudades. Y con nuestras ciudades, nuestro trabajo y por ende, nuestra vida.

Nuestro “castillo feudal” de defensa hoy se llama digitalización y especialización. Y tenemos que ser conscientes de ello. Tenemos inmensas extensiones de tierra improductiva con casas viniéndose abajo que lo único que necesitan, es una infraestructura de comunicaciones acorde a nuestros tiempos y un marco regulatorio que permita que lo que se produce digitalmente, se pueda vender en el “mercado global” a un precio competitivo.

No podemos seguir cimentando el refrán: “Estados Unidos inventa, China copia y fabrica y Europa legisla”.

Cuanto antes salgamos a hacer nuestra “cruzada”, más probabilidades tendremos de recuperar la “tierra santa” de las innovaciones.