El bueno, el feo y el malo. Y el cuñado.

A raíz de sendos post hablando de la «poca estima» que demuestran algunos por el trabajo de los demás de Eva Collado Durán y de Guillem Recolons, recupero y re edito un post mío de 2008.

Todos los que me han escuchado alguna vez, saben que me gusta utilizar metáforas e hipérboles para que el concepto que quiero transmitir permanezca más tiempo.

También sabéis que no me gusta quejarme (en exceso) de intrusismos. Es un mal endémico de casi todas las profesiones. Con diferentes grados de interferencia, eso si.

En mi caso, prefiero hacer notar que decenas de miles de seguidores en redes sociales no convalidan un grado o licenciatura en marketing o publicidad. Aunque muchos lo pongan en sus bios.

Estos días pudimos ver que algunos como Anna Allen, incluso van un poco más allá de lo normal con tal de creerse más de lo que son.

Lo que quiero destacar con los post de Eva y Guillem (y el mío propio), es que la primer valoración de nuestras capacidades y valía, tiene que salir de nosotros.

Lamentablemente, sabemos que siempre habrá alguien que acepte esas condiciones. Estoy seguro que es un circulo vicioso del cual más pronto que tarde, se darán cuenta que es muy difícil salir.

Aquí mi cuento (¿de ficción?).

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Hoy me levanté con ganas de pintar mi casa.
Para eso llamé a 4 pintores diferentes. Los cité a la misma hora y les dije:

-«Quiero pintar mi casa, pero no se de que color, y tampoco se si la quiero pintada o empapelada».

A lo que ellos (con distintos matices, me respondieron): -«¿Y cómo vamos a saber qué es lo que quiere?».

A lo que les respondí: -«Hagamos una cosa; cada uno me pinta una pared y me empapela otra. Si el trabajo de alguno me gusta, lo contrato para que termine el resto de la casa.¿Trato hecho?».

Luego de eso, y no se en que extraño giro del destino, me vi poniéndome hielo en el pómulo izquierdo y sujetándome las costillas que aún me dolían después de la golpiza que me dieron los 4.

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Afortunadamente, esto es un relato ficticio.
Pero… si algo así nos parece surrealista protagonizado con pintores; ¿porqué aceptamos que sea una realidad de todos los días en nuestra profesión?

¡Tú! ¡No mires para otro lado! Te estoy hablando a ti. A ti, que aceptas que el cliente te pida que quiere ver 5 propuestas diferentes de 5 ideas diferentes. A ti, que le creíste que si le hacías el logotipo gratis te presentaría a 10 amigos de él muy influyentes que quieren hacer la identidad corporativa de sus multimillonarias empresas. A ti, que le perdonaste el adelanto y ahora estás esperando que él retome el proyecto -«en otro momento, ahora tengo otras prioridades. Pero yo te llamo, no te preocupes…»

¡Basta! Los únicos culpables somos nosotros. Nadie más. No te estoy diciendo que no hagas nada sin cobrar. En los casi de 20 años de experiencia que tengo en la profesión he participado en muchos concursos, con mejor y peor suerte. Y he trabajado en innumerables proyectos para ONG´s gratis. Pero lo que nunca hice, fue anotarme en concursos abiertos, sin conocer mínimamente a las personas del jurado y sin leerme primero TODOS los detalles de la cesión de derechos. Y menos que menos, trabajar voluntariamente gratis otorgando un trabajo o servicio por el cual otras personas cobrarán o ganarán dinero.

Si un mecánico, un fontanero (plomero) o quien sea, me hace firmar la aceptación de su presupuesto antes de ponerse a trabajar…

¿Porqué voy a regalar yo mi trabajo y darle las 5 propuestas de logotipo, antes de que me acepte el presupuesto y me garantice cobrar este avance del trabajo final?

¿Qué tiene de malo hacerle firmar al cliente un contrato con responsabilidades y derechos, antes de ponerme a diseñar una web durante 3 meses?

¿Qué tiene de malo querer cobrar un extra luego de cambiar por sexta vez la cabecera de una web porque hoy se levantó de buen humor y lo quiere todo verde?

Si hay algo que tengo claro, es que si nosotros mismos no nos hacemos respetar, nadie lo hará por nosotros.

En la página NO-SPEC, detallan y relatan las defensas y derechos que tenemos contra este tipo de abuso. Recomiendo; mejor dicho, ordeno su lectura para todo aquel implicado en este ingrato mundo.

Ya lo sabes; si quieres que te respeten, empieza a respetarte tú.