De Twitter, pajarracos y la tiranía del nido
Twitter y el nido de pajarracos
© Albert Ziganshin – Fotolia.com

Gracias a mi trabajo, tengo la oportunidad de estar en contacto todos los días con decenas de comunidades de diversa índole en muchas redes sociales diferentes. Algunas, con otras decenas de miles de seguidores, fans o como se llamen en cada una de estas plataformas.

Así mismo, he tenido la oportunidad de participar en procesos de consultoría, gestión o monitorización de empresas muy grandes, instituciones públicas, políticos y personajes más o menos «famosos».

Como resultado de casi 5 años de experiencia conviviendo todos los días con todo este enjambre, puedo decir con total seguridad, que el común denominador que tienen aquellas cuentas que representan a instituciones o políticos (y en menor medida también a famosos); es que no tienen margen de error. Ninguno. Cero.

Y lo peor de todo, es que los verdugos al acecho de estas posibles metidas de pata, son los adalides de las libertades y la democracia 2.0.

Gente que porque entró dos días antes a Twitter que tú. O peor. Que tiene X cientos o miles de seguidores más que tú, se cree dueño de la verdad divina dospuntoceril.

Da igual si los seguidores los consiguió a base de Tweetadder, Yahoo Pipes o especulando con el absurdo followback. Ellos son los Master of the Universe que tienen el poder de Grayskull.

Estos últimos días he asistido perplejo a auténticas cazas de brujas por gente que supuestamente está empapada del concepto profundo de los social media. Gente que se cree con poder y derecho de juzgar a una Administración pública por el primer tweet que lanza. Haciendo gala del prejuicio político más cavernario que me ha tocado presenciar.

Podrás estar más o menos de acuerdo con la organización, podrás estar más o menos de acuerdo con el color político al que (temporalmente) le toca gestionar ese perfil, podrás sentir más o menos envidia por no llevar tú ese perfil; pero te tienes que tragar toda tu bilis y evaluar objetivamente y sobretodo, profesionalmente la actuación de esa Institución en Twitter, Facebook, Pinterest o lo que sea. Y eso, de ninguna manera se puede hacer con el primer tweet que lanza.

Estoy absolutamente harto de paracaidistas encerrados en el «Cero» que hace de sufijo al «Dos Punto», que son incapaces de mirar hacia el mundo real, y se creen que todo pasa por SU modo gestionar las redes. Y todo lo que hacen los demás, independientemente del éxito, de las connotaciones políticas y humanas de estas cuentas; está mal. Simplemente porque no coincide con SU modo de entender el 2.0.

Cada vez que escucho o leo a alguno de estos personajes hablar de qué debería hacer tal o cual Institución o famoso en Twitter, me convenzo más de que JAMÁS estuvieron detrás de alguna cuenta siquiera parecida. No tienen la menor idea de lo que implica políticamente o desde el punto de vista público, el más mínimo de los actos en Twitter como puede ser, decidir a quién y cuándo seguir a otro usuario.

Son los mismos que pierden la boca hablando de lo genial que lo hace Barack Obama en las redes sociales; pero que ni siquiera se fijaron cuántos RT tiene. Os lo digo yo. Ni siquiera vayáis a verlo. 3, como mucho por semana. Y todos de perfiles «afines». No de ciudadanos. Por lo tanto, seamos serios. Por favor. Salgamos de  «la nube» por un momento.

Por suerte no son todos iguales. Hoy tuve la oportunidad de leer una auténtica joya de Antoní Gutiérrez-Rubí acerca del estreno del perfil en Twitter del Congreso.

Es objetivo. Lleno de sentido común y pragmático. Sin caer en la obsecuencia. Es muy fácil decir que los perfiles así tienen que interactuar, contestar, retuitear, estar disponibles 24×7, etc, etc, etc. Pero todo esto, que a todos nos encantaría, en la vida real es imposible de cumplir. Y lo vuelvo a repetir. No porque a lo mejor, material y humanamente no sea posible (que hoy es uno de los problemas); sino porque la tiranía del nido, estará esperando agazapada a saltar al menor error para comerse vivo a todas las personas, que con mejor o peor acierto; ponen todo de su parte para llevar adelante perfiles que son verdaderos hierros ardientes.

Dentro también de mi experiencia, lo que pude aprender (y lo que mucha gente no quiere entender) es que una crisis 1.0 se puede volver catástrofe en el 2.0. Pero muy rara vez (por no decir nunca) ocurre a la inversa.

Aprendamos a ser más tolerantes. Aprendamos a escuchar. Aprendamos a aprender. Y a poner todo en su justa medida y contexto. A raíz de todo esto, os dejo el enlace de una verdadera lección de vida acerca de este tema que escribió Andrés Pérez Ortega con el demoledor título «Un trending topic no paga la hipoteca».

Lo queramos asumir o no; nos guste o no, el 2.0 todavía no puede cambiar el mundo. Tal vez algún día, si. Pero hoy por hoy, todavía tienes que currarte una vida y una reputación en el mundo real. Sino, sólo serás un Don Nadie con muchos seguidores.