Arriesgando las fichas

Un día hace muchos años, me contaron una historia. La persona que me la contó, me advirtió: “no espero que la entiendas, solo que la recuerdes”.

No me dijo nada más. No me explicó los motivos ni los porqués. Tampoco entiendo por qué motivo, aun cuando no presté demasiada atención en ese momento; recuerdo perfectamente la historia. Es más, cada día que pasa se me hace más presente.

Sin mayor ambición que la persona que me la contó, antes de contártela, yo vuelvo a pedirte…

No espero que la entiendas, solo que la recuerdes.

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